La institucionalidad cruceña confirma su división
La Calle
¿Quién gana con la evidente división que vive en este momento la institucionalidad cruceña? No hay dudas que Evo Morales, quien hace tiempo asumió que para reinar hay que dividir, como se lo aconseja su libro de cabecera “El Arte de la Guerra”, obsequiado por el vicepresidente Álvaro García Linera en uno de sus anteriores cumpleaños.
De a poco se confirma la fragmentación de la élite hegemónica cruceña y cada vez es más fuerte el reproche que surge del seno del Comité pro Santa Cruz a los que hasta hace poco acataban casi disciplinadamente el mandato que surgía desde la institucionalidad cruceña.
¿Qué está pasando? Lo que está sucediendo es que los sectores posiblemente más pragmáticos del poder cruceño se han dado cuenta de que insistir en la línea de la confrontación política con el Gobierno les puede directamente marcar la defunción, por lo que prefieren aceptar el plan de convivencia que les está ofreciendo el MAS para no hacerlos desaparecer después del 6 de diciembre. Negocios son negocios, parece ser la consigna de algunos sectores, que han decidido distanciarse o, al menos, no escuchar la instructiva cívica de evitar los acuerdos con quienes han golpeado permanentemente a los grupos de poder del departamento.
Luis Núñez lanzó abiertamente el desafío de excluir del Comité pro Santa Cruz a quienes rompan las viejas reglas del juego o a los que se desmarquen de la línea cívica. Si antes los combatidos por la institucionalidad eran los de afuera, o sea los que se convertían en amenaza con sus críticas al modelo cruceño, ahora los combatidos son los de adentro y nada menos que los que casi siempre dieron las instructivas, es decir, el sector empresarial y los conductores de las cooperativas.
El primero en salirse de la raya trazada fue el presidente de la Cainco, Eduardo Paz, a quien amenazaron con incluir en la lista de “traidores de Santa Cruz”. Gran novedad que un poderoso dirigente empresarial pueda ser sentenciado como “enemigo” de la cruceñidad, ya que antes siempre los condenados fueron los críticos del sistema, generalmente opinadores, periodistas o algunos políticos locales contestatarios.
Fue la primera gran señal de división, desnudada nada menos que en la semana del 24 de septiembre, por un tema tal vez irrelevante o de forma como la invitación que hizo la Cainco al presidente de la República para que asista a la Expocruz.
Se sabe que para resolver la crisis, la gente del Comité pro Santa Cruz y la de la Cainco negociaron varias horas para evitar una catástrofe la noche de la Asamblea de la Cruceñidad, en la que Núñez renunciaría si no recibía el apoyo de la institucionalidad.
Pese a que el terremoto al final no se dio, la crisis interna ha incubado un cisma, ya que Núñez no volvió a hablar más con el máximo ejecutivo de la Cainco. El representante cívico había chocado ya frontalmente antes con la dirigencia de la Anapo, otra entidad agroempresarial muy poderosa, que fue la primera en desmarcarse de la institucionalidad cruceña y en buscar acuerdos con el Gobierno.
Núñez ha sido muy crítico con los empresarios, insinuando que posiblemente se han acercado al Gobierno para buscar un perdón judicial por las acusaciones del caso Rózsa. Es una revelación muy fuerte y comprometedora.
Pero el cisma se ha puesto en evidencia una vez más la última semana de octubre, al conocerse casi accidentalmente una supuesta “reunión secreta” del Vicepresidente Álvaro García Linera con ejecutivos de CRE y de Saguapac.
La reacción cívica ha sido inmediata, insinuando que se estarían buscando acuerdos entre “gallos y medianoche”, resignando la batalla contra los que atacaron al departamento. Igual de rápida ha sido la respuesta de ejecutivos de las dos cooperativas, que justificaron su participación al tratarse sólo de una cita de alcance técnico. ¿Convence la explicación? Al menos quedan dudas sobre la oportunidad de la reunión.
La cita se hizo nada menos que un mes antes de las elecciones presidenciales, cuando el Gobierno insiste en mostrar estratégicamente que de a poco gana espacio en el territorio cruceño. Hilando fino, hasta se podría concluir que el Vicepresidente consiguió su objetivo táctico de atraer a los directivos de estas cooperativas para provocar la reacción de otro grupo de la institucionalidad cruceña y poner en evidencia que el cisma en el poder local ya es una realidad. ¿Cayeron en la trampa garcialinerista las dos cooperativas? El tiempo y los hechos lo dirán.
Mientras eso sucedía en la semana, en la noche de celebración de los 59 años del Comité pro Santa Cruz, Luis Núñez volvió a golpear con dureza a los sectores que se le vienen desmarcando y señaló que siempre los denunciará y condenará. Crisis evidente, como lo refleja el propio discurso del presidente cívico que ha llamado a la institucionalidad a “reagruparse y buscar la unidad” para combatir otra vez al enemigo externo.
Clara constatación de que hay división y que por ahora el mayor dolor de cabeza de la institucionalidad cruceña ya no es sólo el proyecto evista, sino los desmarques y los amarres de quienes hasta hace poco eran la base estructural del Comité Cívico: los líderes empresariales y los ejecutivos de las cooperativas de servicios públicos. Mientras tanto, Morales y su proyecto siguen, al parecer, con su avance en el territorio enemigo con la vieja consigna: divide y reinarás.
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