Rio de Janeiro, conocida como la "ciudad maravillosa'' por sus playas y naturaleza exuberantes, fue elegida para albergar los Juegos Olímpicos de 2016, pero la guerra del narcotráfico hizo resurgir su faceta trágica, mostrando el enorme desafío que enfrenta para mejorar la seguridad.
Las imágenes de un helicóptero de la policía en llamas, derribado el sábado por traficantes de droga a poca distancia del mítico estadio de Maracaná que será escenario de la Copa del Mundo 2014 y de los Juegos, dieron la vuelta al mundo.
Las escenas opacaron la imagen de tarjeta postal que la ciudad presentó para poder ganar la organización de los Juegos Olímpicos el 2 de octubre.
La situación cobró tal gravedad que el propio presidente del país, Luiz Inacio Lula da Silva, prometió "limpiar la suciedad'' que gangrena la segunda ciudad más importante del país.
Desde inicios de la semana, centenas de policías están a la caza de los autores de los disparos que derribaron el helicóptero en el que viajaban seis policías, tres de los cuales murieron. Los operativos se realizan en favelas, barrios pobres en donde los habitantes aterrorizados quedan atrapados entre el fuego cruzado de policía y narcotraficantes.
En seis días, la guerra del narcotráfico dejó un balance provisorio de 33 muertos.
Miembros del Comité Olímpico Internacional reiteraron su confianza en la "capacidad de Rio de organizar Juegos Olímpicos seguros'', y argumentaron que Londres fue golpeada por atentados terroristas con saldo de 52 muertos en julio de 2005, luego de que la ciudad fuera escogida para albergar los Juegos de 2012.
Sin embargo, un manto de duda se extiende sobre la competencia real de las autoridades para vencer este flagelo en una ciudad en la que un tercio de sus seis millones de habitantes vive en más de mil favelas.
El poder paralelo de los traficantes "hace estallar los pilares de la República. ¿Hasta cuándo?", se preguntó el presidente de la Orden de Abogados de Brasil (OAB), Cezar Britto.
En tanto los medios brasileños no cesan de transmitir imágenes de operativos policiales en Rio.
Los homicidios dejan casi 6.000 víctimas por año en el estado carioca, que en total tiene unos 14 millones de habitantes. La cifra representa 10 veces el número registrado en Nueva York y ocho veces el número de asesinatos en toda Francia.
Sin embargo, desde 2007, "los homicidios cayeron de 45 por 100.000 habitantes a 33. Es una cifra todavía alta pero no hay solución mágica'', dijo a la AFP el secretario de Seguridad el Estado, José Mariano Beltrame.
"Nuestro objetivo es llevar la criminalidad a niveles tolerables, como en los países industrializados'', agregó, y sostuvo que durante los últimos 30 años no fue hecho prácticamente nada para combatir el crimen organizado en la ciudad.
Desde el año pasado, cinco favelas fueron "pacificadas'' con una policía comunitaria que las ocupa de forma permanente. Este programa, que se une a inversiones masivas para mejorar las condiciones de vida en esos barrios pobres y violentos, será ampliado a un centenar de comunidades de aquí a 2016.
Por el momento, esta "pacificación'' hace migrar a los vendedores de drogas hacia otras favelas.
"La policía reconquista territorios ocupados por los traficantes y hay una violenta reacción de su parte'', dijo a la AFP Alba Zaluar, profesora del Centro de Estudios sobre la Violencia de la Universidad de Rio (Uerj).
En este país de 8,5 millones de km2 con fronteras mal vigiladas, es fácil hacer ingresar armas y drogas, dijo Zaluar, opinión que comparten otros expertos. Además, la Policía de Rio, mal entrenada y mal pagada, es con frecuencia corrupta, añadió.
La Policía de Rio está envuelta en un escándalo en estas horas, luego de que dos policías dejaron escapar a dos criminales que acababan de matar a un hombre para robarle sus zapatos y su chaqueta, y los efectivos se quedaron con ese magro botín, según imágenes captadas por cámaras de seguridad, y divulgadas por la prensa local.
Para Zaluar, solamente "la cooperación de la Policía y del Ejército podrá mejorar la situación''.
Las imágenes de un helicóptero de la policía en llamas, derribado el sábado por traficantes de droga a poca distancia del mítico estadio de Maracaná que será escenario de la Copa del Mundo 2014 y de los Juegos, dieron la vuelta al mundo.
Las escenas opacaron la imagen de tarjeta postal que la ciudad presentó para poder ganar la organización de los Juegos Olímpicos el 2 de octubre.
La situación cobró tal gravedad que el propio presidente del país, Luiz Inacio Lula da Silva, prometió "limpiar la suciedad'' que gangrena la segunda ciudad más importante del país.
Desde inicios de la semana, centenas de policías están a la caza de los autores de los disparos que derribaron el helicóptero en el que viajaban seis policías, tres de los cuales murieron. Los operativos se realizan en favelas, barrios pobres en donde los habitantes aterrorizados quedan atrapados entre el fuego cruzado de policía y narcotraficantes.
En seis días, la guerra del narcotráfico dejó un balance provisorio de 33 muertos.
Miembros del Comité Olímpico Internacional reiteraron su confianza en la "capacidad de Rio de organizar Juegos Olímpicos seguros'', y argumentaron que Londres fue golpeada por atentados terroristas con saldo de 52 muertos en julio de 2005, luego de que la ciudad fuera escogida para albergar los Juegos de 2012.
Sin embargo, un manto de duda se extiende sobre la competencia real de las autoridades para vencer este flagelo en una ciudad en la que un tercio de sus seis millones de habitantes vive en más de mil favelas.
El poder paralelo de los traficantes "hace estallar los pilares de la República. ¿Hasta cuándo?", se preguntó el presidente de la Orden de Abogados de Brasil (OAB), Cezar Britto.
En tanto los medios brasileños no cesan de transmitir imágenes de operativos policiales en Rio.
Los homicidios dejan casi 6.000 víctimas por año en el estado carioca, que en total tiene unos 14 millones de habitantes. La cifra representa 10 veces el número registrado en Nueva York y ocho veces el número de asesinatos en toda Francia.
Sin embargo, desde 2007, "los homicidios cayeron de 45 por 100.000 habitantes a 33. Es una cifra todavía alta pero no hay solución mágica'', dijo a la AFP el secretario de Seguridad el Estado, José Mariano Beltrame.
"Nuestro objetivo es llevar la criminalidad a niveles tolerables, como en los países industrializados'', agregó, y sostuvo que durante los últimos 30 años no fue hecho prácticamente nada para combatir el crimen organizado en la ciudad.
Desde el año pasado, cinco favelas fueron "pacificadas'' con una policía comunitaria que las ocupa de forma permanente. Este programa, que se une a inversiones masivas para mejorar las condiciones de vida en esos barrios pobres y violentos, será ampliado a un centenar de comunidades de aquí a 2016.
Por el momento, esta "pacificación'' hace migrar a los vendedores de drogas hacia otras favelas.
"La policía reconquista territorios ocupados por los traficantes y hay una violenta reacción de su parte'', dijo a la AFP Alba Zaluar, profesora del Centro de Estudios sobre la Violencia de la Universidad de Rio (Uerj).
En este país de 8,5 millones de km2 con fronteras mal vigiladas, es fácil hacer ingresar armas y drogas, dijo Zaluar, opinión que comparten otros expertos. Además, la Policía de Rio, mal entrenada y mal pagada, es con frecuencia corrupta, añadió.
La Policía de Rio está envuelta en un escándalo en estas horas, luego de que dos policías dejaron escapar a dos criminales que acababan de matar a un hombre para robarle sus zapatos y su chaqueta, y los efectivos se quedaron con ese magro botín, según imágenes captadas por cámaras de seguridad, y divulgadas por la prensa local.
Para Zaluar, solamente "la cooperación de la Policía y del Ejército podrá mejorar la situación''.
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